sábado, 5 de diciembre de 2015

Ao son das campás... da Vila de Baiona

Como ya anunciábamos por artesonoro.org, el pasado sábado 15 de agosto se hizo una ruta guiada por el casco antiguo de Baiona convocada por el Instituto de Estudos Miñoranos para escuchar y entender los diversos toques realizados a lo largo de la historia, de 8 de las 11 campanas de la villa: la campana grande de la Capilla de Santa Liberata, la campana de la Capilla de San Xoan do Castelo, las 2 del Convento de Madres Dominicas, la campana de la Capilla de la Misericordia y las 3 de la Colegiata de Santa María de Baiona; las 2 que faltaron además de la pequeña de Santa Liberata -que estaba rota- fueron la de la Torre del Reloj -inutilizada- y una campana pequeña instalada en el antiguo hospital de Sancti Spiritus.


Capilla de Santa Liberata.


Comenzamos el recorrido por esta capilla, que posee 2 campanas, ambas en la torre del lado derecho. La lateral -y pequeña, tal como se ve en la imagen- es de 1789 y la  grande, frontal de 1802.
Oímos los toques de repique y a misa, realizados sin solución de continuidad por el guía, cuya prisa o impaciencia estropeó no sólo algunas de las grabaciones, sino la propia escucha, y la posibilidad de discernir los distintos toques, y de aprehenderlos en su totalidad reflexionando en torno a ellos.*

Capilla de San Xoan do Castelo.

Tras una breve visita a la anterior, continuamos la visita en la minúscula Capilla de San Xoan. Tiene una sola campana, pequeña en correspondencia con el tamaño de la edificación. Puesto que no hay acceso al campanario, se toca tirando de una cuerda. Habitualmente se toca sólo por la festividad de San Juan.
Aquí, un servidor cometió el típico error de principiante de, dar al botón de grabar sin mirar primero, en segundo lugar darle mal, y como consecuencia, no grabar nada, así que nos quedamos sin el toque de novena y el toque a misa que creo que se realizaron en este lugar.

Convento de Madres Dominicas.


A continuación fuimos hasta este convento, desde el exterior del cual -y rodeados por turistas y otros, paseantes o en terrazas*-, pudimos escuchar diferentes toques explicitados en lo que sigue.
Su campana pequeña se llama Santo Domingo, porque es el nombre que tiene inscrito -antiguamente se le ponían nombres de santos a la campanas para bendecirlas, lo que muestra la importancia que tenían estos objetos productores de lo que Murray Schafer llamó ruído sagrado (sacred noise) haciendo referencia al ruído generado por el poder, como referentes de la religión oficial-; con ella sonó el primero de los toques en el convento, a misa.
Con la misma campana presenciamos el toque por fuego o de arrebato, consistente en campanadas muy seguidas que avisaban a la gente para ir a ayudar en caso de incendio.
También con la campana de Santo Domingo se realizaba el toque de laudes, en torno a las 6 de la mañana, después de que las madres dominicas despertaran hacia las 5:30.
Oímos luego el toque de procesión, que habitualmente sólo suena en días señalados por el santoral y todas las tardes del mes de junio precediendo el toque a misa. Para este también se utiliza la campana grande o Anunciada.
Tras esta exhibición coral de las sonoridades de las dos campanas, tocaron, de nuevo con la pequeña, el Angelus, más breve y calmado.
En el mismo convento se realizaba un toque a difunto, idéntico al que podremos escuchar en la Capilla de la Misericordia.

Capilla de la Misericordia.

De inmediato subimos a esta capilla, de tamaño medio, entre el de la de Santa Liberata y la de San Xoán do Castelo.
La llamada a misa de esta capilla se realiza sólo en las festividades de Santa Lucía y de Santa Isabel de Portugal.
Los dos siguientes son toques a difunto, conocidos popularmente en Baiona como "A Agonía da Misericordia", realizados para avisar de la muerte de un fraile, o en caso de petición de la familia, de la muerte de un vecion o vecina de Baiona. Se diferencia si ha muerto un hombre -caso en que se dan 13 campanadas- o una mujer -en tal caso las campanadas son 12-.

Finalmente suena el toque a cabido para llamar a reunión a los miembros de la cofradía asociada, tal como se hacía desde su fundación en el siglo XVI.

Colegiata de Santa María de Baiona.

Campanario de la Colegiata
Avanzadísimos como íbamos respecto al horario previsto, tras más de una hora de espera a que acabase la misa  -hora que aproveché para realizar alguna otra grabación- en la antigua colegiata (colegiata entre los siglos XV y XIX, actualmente iglesia parroquial) nos situamos en la parte trasera de su lateral derecho, donde está la torre del campanario con sus cuatro campanas, las 3 de la parte inferior -que se ven en la imagen de izquierda a derecha en orden decreciente de tamaño-, y el cimbalillo en la parte superior, una campana pequeña tocada en caso de incendio o arrebato. Si ya éramos muchos en la primera parte del recorrido, en este último lugar se acumuló todavía más gente, quizá debido al regreso al horario indicado inicialmente. Señalo esto, pues en las próximas grabaciones podremos oír a los asistentes hablando mientras suenan las campanas, además de los aplausos tras la última grabación que también comento en la nota al final.*
Empiezan los toques con 40 campanadas de llamada a misa con la campana pequeña.
En domingos y días festivos la llamada a misa se producía tras un repique introductorio -del mismo modo que en Santa Liberata-.
Tras la abrupta interrupción del guía tocaron las doce campanadas de las 12 del mediodía, toque llamado de Angelus, tal como era tradicional, con la campana grande, llamada Anunciación. Este servía para llamar la atención de los trabajadores del campo y el mar, que paraban en ese momento para comer.
Seguimos con el toque de Novena(s) Solemne(s), para el que suenan las tres campanas (las dos pequeñas conectadas con una cuerda), realizado tradicionalmente en determinadas festividades religiosas .
El inicio no os suena al repique que precede al toque de misa de los domingos? Pues sí, no es más que un repique de fiesta mayor, motivo por el que se emplean las tres campanas.
No sé si quien lea esto diferenciaría ambos repiques en las grabaciones. En mi caso, durante la jornada, al no ser consciente de esto y dadas las separaciones por otros toques, sólo notaba que determinados ritmos se repetían. Probablemente en otros tiempos distinguían mejor si un mismo ritmo estaba tocado por una sola campana pequeña o por tres grandes; de hecho no es esa exactamente la cuestión, la dificultad hoy en día no está tanto en distinguir esto como en identificar el significado de las campanadas (hago trampas, pues hay otro elemento distintivo, que es la hora a la que se tocaban y el día).
Pero esto nos lleva a otra cuestión, la alta fidelidad frente a la baja fidelidad. No tanto en el sentido concreto de Murray Schafer como en uno algo más abstracto. Tal como sucede con las imágenes, y más en general con la sobreinformación, estamos saturados de sonidos, y esto provoca un cierto ruído o distorsión -baja fidelidad- en nuestra capacidad para captar y reconocer nítidamente un sonido, el objeto sonoro, pero también el acontecimiento sonoro -ahora sí terminología tal cual la de Murray Schafer- que porta implícitos. Con lo que con el paso del tiempo, la baja fidelidad no sólo se ha expandido por el paisaje sonoro, sino también por la escucha. La escucha reducida no deja de ser sino un esfuerzo contra esta evolución del oído.
Hacia las 7, 7:30 de la tarde, se realizaba el toque de Rosario con la campana grande.
También por la tarde y con la campana grande se tocaba a oración con campanadas más espaciadas, en consonancia con el ánimo del rezo.
El último toque del día, hacia las 20, también con la campana grande era el toque de Ánimasque señalaba la hora a la que la gente regresaba a su casa. Por desgracia, la intervención del guía estropea irremediablemente la grabación.
Además de estos toques fijados por las fechas, se realizaban otros, llamados toques extraordinarios, que recibían el nombre de tales situaciones, cuyo ejemplo mayoritario en sus distintas variantes es el de los fallecimientos.
Entre las explicaciones nos comentaron que el toque a difuntos en Baiona distinguía según la persona. Ya hemos visto que había diferencias entre si se trataba de hombre y mujer, pero también había diferencias de clase -según el dinero que cada uno depositase (eso no ha cambiado)- y según el difunto fuese eclesiástico o no. El toque a difuntos de la parroquia resulta curiosamente alegre, -cuando muere un eclesiástico incluso se echan las tres campanas al vuelo (esto es habitual con las pequeñas, pero no con la grande, campana propia de catedral)-.
Oímos a continuación el toque por difunto de a pie, con todas las campanas, las dos más pequeñas y la grande intercalada.
Oímos el toque por difunto religioso. El toque del día de difuntos era similar, y se realizaba durante todo el día y toda la noche.
Cuando el muerto era un niño de siete años o menos, los que no han hecho la comunión -tradicionalmente llevados en ataud blanco-, se hacía el llamado toque de ángel.
Después oímos otro toque por fuego o arrebato, que o bien se realizaba con la campana Anunciación -como en este caso-, o bien con el cimbalillo.
Otro repique con las tres campanas es el realizado el día de Resurrección, llamado toque de Gloria, tras varios días de silencio.
Para acabar, se interpretó la canción popular (?) La Raspa, aquí tradicionalmente llamada A Raspita, adaptada para campanas por Mauricio Vilar Martínez, quien en vida la tocaba sin permiso eclesiástico, por lo que tiene una connotación ligeramente provocativa.
En esta ocasión no es el guía, sino los asistentes a la audición, quienes con sus aplausos interrumpen la escucha atenta de las campanadas e impiden enfrontar este recorrido como un paseo sonoro (temático). Es comprensible dentro del contexto de la sociedad del espectáculo en la que vivimos y de la que todos somos partícipes.* Pienso que quizás, de alguna forma, el proyecto de potenciar la escucha y de que se reconozca como una actividad interesante e importante, puede llegar a servir de brecha en la evolución de los social, de modo que sea fundamental para el desarrollo de la sociedad y la creación de nuevos valores que la revitalicen, enfrente de la alienación individualista y consumista que padece.

Conclusión

Para finalizar, observamos que los mismos toques se repiten una y otra vez con pequeñas variaciones: a misa (sin o con repique), a difuntos, por fuego o arrebato, Angelus, y otros centrados en las diversas actividades de los frailes o cofrades.
Cabe indicar también el fuerte impacto de la esquizofonía en este caso, pues nada tiene que ver escuchar una campana en vivo con escucharla por altavoces o auriculares. En el segundo caso, apenas queda el objeto sonoro tal como lo definía Pierre Schaeffer, como algo neutro, a pesar de que incluso en el momento de la grabación, los toques ya eran realizados fuera de contexto, eliminando todo el significado que tenían en la antigüedad, eso sin llamar la atención también sobre los efectos externos que comento en la nota abajo.*
Por otra parte, justifico aquí la ausencia de más explicaciones que nos dieron este día: tanto a través de un folleto que repartieron como mediante los comentarios por el guía, fuimos informados de gran cantidad de datos históricos, por un lado de carácter religioso -como por ejemplo los en ocasiones mencionados días especiales en que se tocaban las campanas o sus nombres y los orígenes de todo esto-, o también acerca de la fundición de las campanas, sus constructores e incluso el modo en que se tocaban en cada caso. Y, si bien en ocasiones me permito mimetizar algunas de estas informaciones con el texto, puesto que no son las temáticas que trato en el blog, sino la perspectiva sonora, y la entrada ya se alargaría en exceso, creo que es preferible no extenderme en ello.

Un servidor encontró la necesidad de acudir a la llamada para documentar una de las tradiciones de mayor impacto acústico previamente a la Revolución Industrial. Pero ni soy el único, ni el primero. Ya hace unos años, los referentes del mapa sonoro de Galicia -escoitar.org- estuvieron presentes en una cita similar en A Insua, en Ponte Caldelas.

Podéis leer su presentación en Campanas y campaneros (el último intento que hago de entrar, a 05/12/2015, la web da un mensaje de error y desconozco si se resolverá el problema; escoitar.org era un espléndido proyecto que creo que está falto de financiación y desarrollo desde hace tiempo, por lo que sería magnífico que se relanzase, por ejemplo mediante un crowdfunding...).
Actualización a 20/01/2016: definitivamente parece que ya no será así. La falta de financiación ha llevado a quienes participaban aún del proyecto a permitir que se agote de forma activa, mediante la participación de toda la gente que entre en la web a escuchar los sonidos restantes.
Desde aquí, quede mi felicitación por la trayectoria de este innovador proyecto.

En la red también se encuentra alguna presentación similar de los distintos toques con sus sonidos, como en La lengua de las campanas. Sirvan como referencia y punto de partida para la comparación de las tradiciones acústico-religiosas de los diferentes lugares.
Cabe destacar aquí el valor de este tipo de actividades en una época en que las campanas en vivo suenan cada vez menos, ya que están siendo sustituídas por grabaciones retransmitidas por megafonía. De algún modo, ocurre otra variante de la esquizofonía, difícil de percibir para la mayoría de la gente debido a la potencia de los equipos empleados y seguramente también, a la escasa escucha practicada de las campanas en vivo.
Lo anterior acoge la vertiente etnológica de la grabación de campo. Días atrás también me encontré, leyendo esta entrevista a Andreas Usenbenz, http://www.creativefieldrecording.com/2015/10/14/a-month-of-field-recordists-andreas-usenbenz/ con su proyecto sobre las campanadas y sus significados -en una catedral en la que para cada mensaje hay una campana particular-, Bell's Breath, esta vez desde el norte -con el significado de la Iglesia Protestante frente a la Católica-, y con una perspectiva más artística.


*Nota: Lo que podría haber sido un viaje al pasado, o al menos esa era la pretensión acústica de la jornada, se ve impedido por un presente que se encadena a toda realidad en todas sus formas. Un presente de una sociedad que vive con prisa, como el guía, un presente también esquizofónico, porque podríamos haberlo preservado en la grabación, pero su voz a través del altavoz hubiese enmascarado el resto del entorno de forma abusiva y deformante, y un presente sonoro compuesto de los sonidos de las terrazas y los muchos paseantes que poco tiene que ver con los sonidos tónicos que daban forma al fondo del ambiente acústico sobre el que se producían estas señales sonoras -las campanadas con sus distintos mensajes- cuando eran habituales.
Por lo que se pudiera interpretar en lo anterior, matizo que no escribo esta nota con pretensión nostálgica alguna, sino para remarcar los cambios sonoros de los tiempos, y en especial para intentar buscar y describir las causas de la baja fidelidad -en un sentido más cualitativo que cuantitativo, claro está- que nos encontramos durante el recorrido.

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